Dicen que lo bueno pasa rápido. A mí, el tiempo se me ha pasado, más que rápido, volando. Hace un año y medio, empecé a trabajar en el Centro y todos estos meses se han convertido en una etapa muy especial en mi vida. Adacca me ha ayudado a crecer como persona, me ha ayudado a percibir el lado bueno de las cosas, a mirar la vida de otra manera, siendo más positiva: en una palabra, me ha enseñado a ser feliz.
Aquí encontré grandes compañeros y buenos amigos. He recibido sabios consejos del grupo de auxiliares. Todos ellos son muy importantes y especiales para mí: con sus bromas, sus burlas, sus quejas… pero, sobre todo, porque en los momentos difíciles se hacen uno y superan todas las situaciones.
Algunas mañanas, se me hacía cuesta arriba ir a trabajar, quizás porque me encontraba desmotivada; pero en el instante en el que entraba por la puerta, los usuarios me recibían con una sonrisa para que yo también les sonriera. Esos momentos no tenían precio. A pesar de que muchos de ellos están pasando por situaciones complicadas, esto nunca les impidió recibirme de esta manera y estas acogidas se me han quedado grabadas.
Me llevo de cada usuario algo especial. Desde hace un par de meses, los miro con melancolía. Puede ser por el hecho de que mi etapa en Adacca está acabando, quizás por un tiempo, pero esto no me impide disfrutar con ellos en cada momento todo y guardar lo mucho que me han aportado.
Disfruto al escuchar de la boca de los usuarios comentarios como estos: “no perdáis la sonrisa nunca, esa sonrisa que nos alegra la mañana”; “sois una familia para nosotros”; “muchos de nuestros esfuerzos es gracias a vosotros, nos dais la fuerza para seguir adelante”.
También es muy agradable cuando llega la hora de la salida y te buscan para despedirse. Siempre les sonrío y, de esta manera, les demuestro que estaré ahí al día siguiente para lo que necesiten. Nunca se olvidan de darte las gracias. Es quizás un hecho muy insignificante, pero, para ellos, es importante.
ADACCA me ha enseñado que en la vida hay que luchar y que no se puede tirar la toalla ante los desafíos. En una lucha continúa, se consiguen muchas conquistas, y la esperanza ayuda a conseguirlas. He visto a muchos usuarios crecer tanto física como emocionalmente gracias a una lucha diaria, por ellos es importante seguir esforzándome.
Aunque mi trabajo lo desarrollo de igual forma para todos los usuarios, hay detalles de algunos que nunca podré olvidar. En especial, una paciente que me hace muy feliz con su sonrisa profident, como la llamamos nosotros, o cuando se hace la dormida para escuchar los cotilleos de los profesionales y abre los ojos poniendo una cara pícara. Siempre que le preguntas algo te responde sinceramente: me encanta su naturalidad.
También quería dedicar algunas palabras a los familiares o cuidadores. Ellos son los que tienen el papel más importante en las vidas de los usuarios. Son ellos los que se desviven y entregan completamente su vida. Quería darles todo mi apoyo, ya que me siento muy identificada con su trabajo. Sé por mi experiencia personal qué se siente al cuidar un familiar. Sé que muchas veces este papel de cuidador no es fácil; pero el percibir el lado bueno del ser querido ayuda y te hace sentir que se merecen toda nuestra dedicación. Somos sus manos y sus pies, y por eso estamos ahí. Deben sentirse los cuidadores orgullosos por esta lucha diaria y, como dice el lema de Adacca, “una vida salvada merece ser vivida”. Todos merecemos vivir al lado de las personas que nos quieren. Es necesario sentirse en paz con uno mismo y saber que se hace lo correcto.
He intentado cuidarles lo mejor posible en este año y medio, ya que me han permitido hacerlo y me han demostrado mucho cariño. He sido una más entre ellos, me he sentido en casa. Me voy contenta y satisfecha y lucharé por volver. Me despido con un hasta pronto y con el deseo de que tengáis una Feliz Navidad y que el próximo año venga cargado de ilusiones y positividad para conseguir vuestras metas.
Feliz Navidad
Carmen Gómez Auxiliar